- ¿Se trata de una cita?- le pregunté.

- Seguramente. Ya no nos quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas

dilluns, 25 d’abril del 2011

Plath, Sylvia. [ ]

Com si es tractara d'un voltor, cada "x" temps m'agrada voletejar al voltant d'aquesta figura. Supose que mai no deixe d'acostumar-me a la seva intensitat: tan sincera, tan cruda, tan encisadora.

[...] No deja de llamar la atención que su tesis de graduación se centrara en el uso del doble en la obra de Dostoievski. Ella misma se sentía cada vez más pendiente de una duplicidad, en la que su segundo yo era un hombre. Y a veces adopta la fría mirada del macho: "Soy en parte hombre, y me fijo en los pechos y las caderas de una mujer con el cálculo de un hombre escogiendo a una amante".

Cuando volvía sus ojos a la mujer, la mirada no era benévola. "Entro en el juego de la dulce virgen americana, vestida para seducir", escribe burlándose de su afán por ajustarse a la imagen de cierto ideal femenino. Porque el juego de la seducción, la caza del hombre, la fascinaba y la asqueaba a la vez. Se ve a sí misma a veces como "una vampiresa", que no repara en "castrar a esos arrogantes que se vuelven críos en el momento de la pasión". Los hombres son un tema persistente en estos diarios juveniles en los que las mujeres apenas aparecen, y si lo hacen es en forma de rivales.

La tentación del suicidio la vence por primera vez a los 20 años. Durante unas vacaciones se esconde en el hueco, bajo el porche de su casa, y toma una gran cantidad de píldoras. Desaparece durante dos días y cuando la encuentran, al oír sus gemidos por entre las grietas, es rescatada y luego internada en un hospital psiquiátrico.

Al terminar el tratamiento confiesa en sus diarios que su verdadero problema eran los celos. "Tengo celos de los hombres. Una envidia profunda y peligrosa que puede corroer, imagino, cualquier tipo de relación. Una envidia nacida del deseo de ser activa y hacer cosas, no ser pasiva y sólo escucharlas". Las dos preguntas que subyacen en estos diarios, y que ella es perfectamente capaz de formular, con excesiva dureza, son las siguientes: "¿Puede una mujer autosuficiente, excéntrica, celosa y con poca imaginación escribir algo que valga realmente la pena?, y ¿puede formar una pareja? [...]".



Jarque, F. (2000), "El arte de morir, según Sylvia Plath", EL PAÍS

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